jueves, 20 de agosto de 2015

XXX. El yacht de Lord James


Las dos chalupas no se habían aún alejado trescientos metros, que una cabeza humana emergía bruscamente del agua, ocultándose detrás de la popa del bote que había permanecido en la playa semiarenado entre dos pequeños escollos.
Aquella cabeza era de Sambigliong. El astuto pirata, aprovechando el momento en el cual la tripulación de las dos embarcaciones se arrojaba contra Sandokan, Yanez, el galés y Tanauduriam, se había dejado deslizar rápidamente al agua y había ido a ocultarse detrás de un escollo que se encontraba a breve distancia. Comprendiendo que sería más provechoso para sus jefes libre, en vez de acudir en su defensa, había preferido estar callado y alejarse.
Encontrándose no obstante en el escollo, detrás del cual se había ocultado, a solo cuarenta pasos de la playa, había perfectamente oído las últimas palabras de Yanez.
—El sobrino de Muda Hashim —había murmurado—. Comprendo lo que ha querido decir el señor Yanez. Sí, el proyecto del Tigre era el de pedir ayuda al pretendiente al trono de Sarawak. Sambigliong es astuto y pronto dará las nuevas.
Se lanzó en medio del campamento, hurgando entre los cadáveres de los pobres forzados y especialmente bajo los refugios que habían levantado la tarde anterior.
Su búsqueda duró poco, y casi de súbito regresó al pequeño bote, llevando consigo un barrilito de agua dulce, frutas y una provisión de carne en conserva.
Arrojó todo en la pequeña embarcación, luego aferró los remos y se hizo rápidamente a la mar, diciendo:
—Primero vamos a ver a dónde embarcarán a los jefes, luego me pondré en viaje para Mompracem. Reuniré a todos los cachorros y caeremos sobre Sarawak, después de haber ganado para nuestra causa al sobrino de Muda Hashim.
Las dos chalupas habían ya sobrepasado el promontorio meridional y se apresuraban siempre al ancho con notable rapidez. Sambigliong se puso a seguirlos, manteniéndose a una gran distancia para no hacerse descubrir, cosa por otra parte poco probable siendo la noche bastante oscura.
Muy pronto el pirata vio brillar dos puntos luminosos que se movían de norte a sur, luego vio delinearse confusamente un pequeño velero. Debía ser el jong que había recogido a la tripulación de la fragata. Sambigliong depuso los remos y esperó, manteniendo la mirada fija sobre el pequeño bastimento.
Poco después vio las dos chalupas abordarlo a los dos lados, luego las grandes velas desplegarse.
—Va hacia el sur —murmuró el pirata—. Llevan al Tigre y al señor Yanez donde el rajá.
Cuando vio al velero reanudar la carrera y apresurarse al ancho, con la proa vuelta hacia la costa de Sarawak se sentó en medio de la barca y se puso a luchar con vigor supremo, dirigiéndose en cambio hacia el norte.
—Mañana a la noche podré quizá llegar a Uri —dijo—. Quizá allí encontraré algún prao con rumbo a las Romades o para Labuan. Si todo va bien, dentro de dos semanas James Brooke volverá a ver a los tigres de Mompracem en su reino.
Toda la noche el bravo y fiel Sambigliong luchó, no tomando más que algún brevísimo reposo, y al alba ya llegaba al cabo Sirik, un gran promontorio que marca uno de los dos puntos extremos de la vasta bahía de Sarawak.
Estando completamente exhausto por aquel largo y fatigoso ejercicio, estaba por dirigirse hacia una de las islas que se extienden al norte del promontorio, a fin de tomar un desayuno a la sombra de algún banano, cuando su atención fue atraída por un bellísimo velero que avanzaba del sur, buscando superar el cabo con una larga bordada.
—¿Dónde va aquel leño? —se preguntó Sambigliong—. Parece que viene de Sarawak y que tiene intención de hilar hacia el norte.
Lo miró con mayor atención, luego un grito se le escapó.
—¡Es un yacht...! Será el de... ¡Es posible...! ¡Sería demasiada fortuna...!
Había aferrado los remos y se había puesto a luchar con empeño desesperado, para cortar el paso al velero. Un rayo de alegría inmensa brillaba en los ojos del pirata.
—¡Sí, es el yacht de lord Guillonk! —exclamaba de trecho en trecho—. Quizá a bordo estén también Tremal-Naik, Ada y Kammamuri. ¡Qué fortuna inesperada...! ¡El Tigre de la Malasia y el señor Yanez están salvados...!
Y luchaba con ensañamiento, apelando a todas sus fuerzas, haciendo volar al pequeño bote sobre las anchas oleadas.
El yacht con una segunda bordada había ya superado el promontorio y estaba por ponerse en rumbo hacia el norte. Temiendo no llegar a tiempo para abordarlo, Sambigliong abandonó los remos, armó rápidamente el fusil y lo descargó en el aire.
Enseguida vio algunos hombres aparecer sobre el alcázar y algunos catalejos apuntarse.
Recargó el fusil y disparó un segundo tiro, luego, quitándose la pequeña falda, la colgó al caño agitándola desesperadamente.
Era una señal de socorro y fue comprendida por la tripulación del yacht.
Quizá lord James o Kammamuri habían ya reconocido al fiel cachorro de Sandokan.
Las dos velas al tercio fueron contrabraceadas y la pequeña nave se movió rápidamente hacia el bote.
Llegada a cien metros, una voz gritó:
—¡Eh...! ¿No eres tú Sambigliong?
—¡Soy yo, Kammamuri! —aulló el pirata.
—¡Muerte de Shivá! ¡Sambigliong!
Sobre el puente se veían a lord James y a Ada.
Una cuerda fue enseguida arrojada a babor.
—¿Cómo te encuentras aquí, solo, en aquel bote? —preguntaron a una vez lord James y Kammamuri.
—¿Y con Sandokan qué ha ocurrido? —preguntó Ada.
—¿Y con el señor Yanez? —indagó Kammamuri.
—Están en viaje para Sarawak, señores —dijo Sambigliong.
—¡Para Sarawak! —exclamaron todos.
—Pero aún prisioneros. Han sido capturados ayer a la noche, cuando ya estaban por dirigirse a Mompracem.
—¿Habían entonces huido de la nave que debía conducirlos a Norfolk? —preguntó lord James—. ¿Lo ven, amigos? Estaba seguro de que iban a conseguir hacerse a la mar y que los habríamos encontrado en Mompracem. Vamos, cuenta todo, Sambigliong.
El pirata en pocas palabras los puso al corriente de los acontecimientos ocurridos después de su partida de Sarawak a bordo de la fragata. Cuando Ada y Tremal-Naik supieron que sus valerosos salvadores eran llevados como prisioneros a la capital del rajá, un grito solo escapó de sus labios:
—Es necesario, a su vez, salvarlos.
—No precipitemos las cosas, sobrinos míos —dijo lord James—. Brooke no es un hombre de dejársela jugar dos veces.
—Milord —dijo Sambigliong—. La intención del Tigre de la Malasia era de regresar a Sarawak con todos los cachorros de Mompracem y de valerse del sobrino de Muda Hashim para arrebatar el trono al rajá. Usted sabe que los malayos son aún fieles al legítimo heredero del rajá.
—Lo sé.
—Pue bien —dijo Ada—, pongamos en ejecución el proyecto de Sandokan. Aquel orgulloso y leal hombre me ha hecho recobrar la razón, y nosotros pagaremos nuestra deuda liberándolo a él y a sus compañeros.
—Sí, todos nosotros lo intentaremos —dijo Kammamuri.
—Sin las bandas de Mompracem no se podrá hacer nada —observó lord James.
—Milord, yo estoy listo para volver a partir para Mompracem —dijo Sambigliong—. Deme una de sus chalupas, algunos marineros y voy a reunir a todos los piratas para conducirlos donde el sobrino de Muda Hashim.
—Tengo una chalupa a vapor; la pongo a su disposición.
—Partiré enseguida, milord.
—¿Y nosotros, qué haremos mientras tanto? —preguntó Kammamuri.
—Volveremos a Sarawak.
—Una palabra, milord —dijo Kammamuri.
—Habla.
—¿Regresando a Sarawak, no pondremos en sospecha al rajá? Sería mejor hacerle creer que hemos continuado nuestro viaje por la India.
—Es verdad —dijo el lord, golpeado por aquella reflexión—. Podría creer que intentamos la liberación de Sandokan y Yanez. Eres muy perspicaz, Kammamuri.
—Soy maratí —respondió el indio con orgullo.
—Milord —dijo Sambigliong—, ¿sabe dónde se encuentra el sobrino de Muda Hashim?
—En Sadong.
—¿Libre?
—Vigilado.
—Sadong está sobre el río homónimo, si no me engaño.
—Sí.
—Vaya a anclar a la desembocadura de aquel curso de agua y le prometo que dentro de dos semanas llegaré a alcanzarlo con la flotilla de Mompracem. Mientras tanto ustedes podrían acercarse al sobrino de Muda Hashim y ponerlo al corriente de los acontecimientos que se preparan.
—Creo que es el mejor proyecto —dijo Tremal-Naik—. De esa manera evitaremos la desconfianza del rajá.
—Tienes razón, Tremal-Naik —dijo lord James—. ¡Harry!
El segundo de abordo, un bello hombre de alta estatura, de piel ligeramente bronceada, que traicionaba el cruce de la sangre india con la europea, con los ojos negrísimos e inteligentes y las facciones enérgicas que tenían un no sé qué de ferocidad salvaje, se adelantó, diciendo:
—Estoy a sus órdenes, milord.
—Haz calar en el agua la chalupa a vapor, ponle víveres, armas, el carbón necesario para cinco días y equípala convenientemente.
Las órdenes fueron inmediatamente cumplidas. Cuatro hombres y un fogonero descendieron en la chalupa y la máquina fue enseguida encendida.
—¿Sus últimas instrucciones, milord? —preguntó Sambigliong antes de descender la escala.
—Armar la flotilla entera de Mompracem, y venir a alcanzarnos en la desembocadura del Sadong. ¿Cuántos hombres han quedado en Mompracem?
—Doscientos, milord.
—¿Tienen praos suficientes?
—Hay treinta, armados de cuarenta cañones y sesenta espingardas.
—Al regresar procuren no dejarse sorprender por la flota del rajá.
—Si la encontramos la destruiremos, milord.
—Y darían la alarma.
—Es verdad. Actuaremos con prudencia.
—Partan: los minutos son preciosos. La chalupa recorre diez nudos y en dos días pueden estar en Mompracem.
—Hasta pronto, milord.
Sambigliong descendió a la chalupa, donde lo esperaban dos fogoneros, y dio la orden de hacerse a la mar. Un cuarto de hora después, la rápida embarcación no era más que un punto negro apenas visible sobre la azul superficie del mar.
El yacht había reanudado la carrera hacia el este; manteniéndose fuera de la desembocadura del Sarawak, para no ser divisado por los pequeños guardacostas del rajá, oprimiendo al lord alcanzar Sadong inadvertido.
Durante la noche el rápido velero sobrepasaba la pequeña bahía encerrada entre las dos largas penínsulas, que formaban el antepuerto de la ciudad, y a la mañana siguiente navegaba en popa hacia la costa. A las siete de la tarde, habiéndose el viento mantenido bastante fresco, llegaba a la desembocadura del río sobre cuyas orillas surgía la pequeña ciudad de Sadong.
El ancla fue calada en una pequeña dársena, semiescondida por altísimos durián y por espléndidas arengas sacchariferas, cuyas hojas emplumadas proyectaban sobre las orillas una densa sombra.
—¿Se ve a alguien, tío? —preguntó Ada que había subido a cubierta.
—La desembocadura está desierta —respondió el lord—. Sadong es una ciudad poco frecuentada.
—¿Cuándo iremos donde el sobrino de Muda Hashim?
—Mañana, pero es necesario cambiar de piel.
—¿Qué quieres decir?
—Hombres blancos serían enseguida advertidos y el rajá no tardaría en ser informado.
—¿Qué debemos hacer?
—Disfrazarnos de indios y dejarnos pintar el rostro.
—Con tal de que pueda salvar a Sandokan y a sus valerosos amigos, estoy dispuesta a todo, tío.
—Hasta mañana, Ada.

ACLARACIONES DE LA TRADUCCIÓN

Capítulo modificado en la versión definitiva de 1902, para que continue a los 6 capítulos anteriores, agregados en dicha edición. La próxima semana voy a publicar su versión original de 1896, para que tengan una idea de cómo quedan ambas versiones.

Cuando Sambigliong ve el yate y exclama que dentro debería estar Tremal-Naik, es un error, ya que Tremal-Naik, como sabemos, debería haber estado en el barco de los forzados o embarcado con James Brooke. Este “error” puede deberse a que en las versiones originales de La Gazzetta di Treviso y La Provincia di Vicenza, Tremal-Naik era puesto inmediatamente en libertad.

Velas al tercio: “Rande” en el original, velas trapezoidales que solo se diferencian de la tarquina en ser menos altas por la parte de la baluma y menos bajas por el lado de la caída.

Contrabraceadas: “Controbracciate” en el original, es bracear (halar de las brazas) unas vergas en sentido contrario de las otras.

Fogonero: “Fuochista” en el original, es el encargado de cuidar del fogón, sobre todo en las máquinas de vapor.

[Río] Sadong: “Sedang” en el original, es el actual río Batang Sadong, que desemboca en la bahía de Sarawak, al este de la ciudad de Kuching.

Nudos: 1 kn = 1,852 km/h. Por lo tanto, 10 kn equivalen a 18,52 km/h.

Antepuerto: “Avamporto” en el original, es la parte avanzada de un puerto artificial, donde los buques esperan para entrar, se disponen para salir u obtienen momentáneamente abrigo.

Navegaba en popa: “Poggiava” en el original, es cuando recibe el viento con la misma dirección que su rumbo, entrando el viento por su popa.

Arengas sacchariferas: “Arenghe saccarifere” en el original. Uno de los nombres con que se conoce a la “Arenga pinnata”, especie perteneciente a la familia de las palmeras. Es nativa de Asia tropical, desde el este de la India al este de Malasia, Indonesia y Filipinas. Alcanza los 20 m de altura, con hojas de 6 a 12 m de largo y 1,5 m de ancho.

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